(Fernando Román Chablé Júárez)
Pero a todos los que le recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios (Jn 1,12)
Lo escuchamos tanto creo, que hemos dejado de valorarlo, que nos parece tan cotidiano. En la cultura Griega los hijos de Dioses eran considerados TITANES… algo así como semidioses o al menos seres superiores a los demás. Para nosotros ser hijos de Dios ha llegado a significar tan poco a veces, que solo pensamos que todos somos hermanos, iguales entre cada uno… pero creo que hemos perdido lo más importante: vivir como Hijos…
El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros,
¿no nos concederá con él toda clase de favores? (Rm 8,32)
Primeramente debemos recordar que somos Hijos de Dios porque Dios así lo asume en su infinito amor, de algún modo, nos adopta, nos acepta y recibe con todos los derechos de Hijos, herederos de su Reino. Pero para hacernos sus hijos, envió al Hijo, al Primogénito, unigénito de hecho, a Jesús nuestro Señor, y para sellar nuestra acta de nacimiento, fue necesario que Él padeciera y muriera en la cruz, sellando con su sangre esa adopción. Fuimos por así decirlo, comprados a un altísimo precio. Es lo primero que debemos agradecer y nunca olvidar, si es cierto: somos hijos de Dios, pero para nuestra adopción Dios tuvo que sacrificar a su propio Hijo… Tanto hemos llegado a valer para Dios…
Porque Tanto amó Dios al mundo que entregó a su único Hijo,
para que todo el que crea en el no se pierda, sino que tenga por Él, la vida eterna (Jn 3,16)
En segundo lugar si somos hijos de Dios debemos comportarnos y vivir como tal, ¿Cómo se puede distinguir eso?
Para eso conozcamos las 5 cualidades de los Hijos de Dios
La primera caracteristica del que es hijo es que quiere ser como su padre, lo admira y valora… por cierto, Dios es Santo… y como dice el apóstol, si nos sentimos verdaderamente Hijos, querremos ser santos como Él es santo. ¿Sientes eso en tu corazón ahora?
Miren qué amor tan singular nos ha tenido el Padre: que no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Amados, a pesar de que ya somos hijos de Dios, no se ha manifestado todavía lo que seremos; pero sabemos que cuando él aparezca en su gloria, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como es. Y si es esto lo que esperamos de él, querremos ser santos como él es santo. (1ª Jn 3,1-3)
La segunda caracteristica de un hijo es la confianza; quien tiene a Dios como su padre, ha de vivir seguro y confiando, porque ¿acaso no valen ustedes más que las aves? ellas no siembran, ni cosechan, no guardan alimentos en graneros, y sin embargo el Padre del Cielo, el Padre de ustedes, las alimenta. (Mt 6,26)
Ustedes, hijitos, son de Dios, y ya han logrado la victoria sobre esa gente, pues el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo. (1ª Jn 4,4)
La tercera cualidad del hijo, lo cual se aprecia bastante bien en el Hijo de Dios es la obediencia, y eso incluye en principio el saber escuchar para poder obedecer, Amar a Dios es guardar sus mandatos, y sus mandatos no son una carga. (1ª Jn 5,3) La obediencia nace de la confianza de saber que El quiere siempre lo mejor para nosotros.
La cuarta cualidad de un hijo de Dios es la caridad y la paz, el hijo de Dios reconoce que la voluntad del padre es también amar al prójimo y ser instrumento de paz entre los hombres. Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios.(Mt 5,9) y es que, quien se reconoce como Hijo de Dios descubre que Dios ama también a los que serían sus hermanos, ¿como podría odiar a los que Dios su padre ama?
Amemos, pues, ya que él nos amó primero. Si uno dice «Yo amo a Dios», y odia a su hermano, es un mentiroso. Si no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve. Pues éste es el mandamiento que recibimos de él: el que ama a Dios, ame también a su hermano. (1ª Jn 4,19-21)
La quinta cualidad que en realidad resume todas las anteriores es la docilidad a las inspiraciones del Espiritu Santo porque Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. (Rm 8,14)
Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo» ¡Abba!, es decir, ¡Padre! (Gal 4,6)
El hijo de Dios se hizo hombre para que tu y yo, para que todos los hombres (y mujeres claro está) pudiéramos ser hijos e hijas de Dios. ¿Que tanto hemos asumido hasta ahora el «ser hijos de Dios»? (reflexionemos)
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