San Luis María Griñón de Monfort

Llena de gracia

Si deseas profundizar más sobre el tema y lógica para comenzar a entender la persona de María de nazaret, habría que empezar con los textos evangélicos[1], que reconocen ese algo especial en la Madre del Señor; tenemos ni más ni menos que a un Arcángel reconociendo en ella ciertas cualidades y dones que la distinguen:

Llena de Gracia, Dios contigo, quien está en gracia delante de Dios[2]

Este saludo a pesar de parecer un saludo ordinario, conlleva en sí mucho sobre quien es María de Nazaret. El Texto es muy claro en que este reconocimiento viene de parte de Dios mismo quien pueden conocer la intención y los más profundos pensamientos: Delante de Dios María está llena de gracia. ¿Quién en toda la Biblia, a excepción del Unigénito del Padre Dios, puede llevar sobre si esta distinción?

La llena de gracia, en latín como en la misma expresión judía, se entiende más como plenitud, en el sentido de que nada más podría caberle o nada mas podría añadírsele, es decir, ¿Que virtud o gracia le hubiera hecho falta a María? Ninguna, porque ella es la llena de Gracia, la que está llena de Dios, y Dios está con ella.  De ninguna manera se puede pensar que fue elegida al azar, María es preparada, formada, destinada en un sentido cristiano, desde el vientre materno. (cf Jr 1, 4ss)

  • Madre Virgen, Purísima y Castísima antes, durante y después del parto.

María concibe en su ser al que ha de nacer y será llamado Hijo de Dios, de antemano prefigura  la maternidad Espiritual de quienes naciendo del el agua y del Espíritu, seran reconocidos como hijos de Dios (cf Mt 5, 5)

Isaías 7, 14: “Pues bien, el Señor mismo va a darnos una señal: He aquí que una doncella está encinta. Y va a dar a luz un hijo. Y le pondrá por nombre Emmanuel”.

Imaginemos por un instante que María hubiera tenido más hijos, ¿Dónde hubiera quedado esa Señal? ¿Cómo podría explicar o justificar la virginidad al concebir a Nuestro Señor Jesús, mientras corren a su lado sus supuestos demás hijos? ¿Cómo podría darse testimonio de ese milagro patente durante los años de vida de Cristo o por más tiempo luego en la Iglesia Primitiva? Definitivamente que habría que conservar la señal, en miras de no entorpecer la razón de ser de una señal, es casi como la sal que pierde sabor, no serviría de mucho o de nada, pero la Señal permaneció. La razón por lo que nos queda claro que la señal permaneció es que el primer evangelio fue escrito por el año 50 D.C.  la señal debió permanecer entonces para seguir siendo señal, tanto que muy probablemente los evangelios como el de Juan y Lucas pudieron tener mucha influencia de las historias que solo hubiera podido conocer la madre de Jesús.

En segundo lugar la virginidad puede concebirse como reconocimiento de una virtud de quien renuncia a algo de sí para ser enteramente de Dios. Contra lo que pudiéramos pensar, inclusive aquella idea que consideraba como maldición la esterilidad,  la vida en abstinencia y la castidad, en el matrimonio con José, la virginidad dará en María mayor fertilidad que en cualquier otra mujer: No solo dará a luz a un hijo, sino desde el discípulo Juan, al Pie de la Cruz, María será Madre de toda la Iglesia, y ahi si podremos decir que María si tuvo y ha tenido más hijos, no biológicos sino en la fe.

En la Biblia leemos que: «Un día Jesús estaba predicando y los que estaban sentados alrededor de él le dijeron: «Tu madre y tus hermanos están afuera y te buscan». (Mc. 3, 32)

Los que no conocen bien la Biblia sacan de estos textos la precipitada y errónea conclusión de que María tuvo más hijos y que por tal razón no pudo haber quedado virgen. Dicho de otra manera porque nos referimos a María como virge, si según ellos, ya no lo es. Muchos hermanos evangélicos hablan así, al parecer, no por amor a la verdad, sino simplemente para desorientar a los católicos y para que la gente sencilla abandone la verdadera fe en Cristo, en su Iglesia y la veneración y respeto hacia la Virgen María.

1) «Hermanos y hermanas» en el sentido bíblico.

Es verdad que en los evangelios se habla de «los hermanos y hermanas de Jesús.» Pero eso no quiere decir que sean hermanos de sangre de Jesús, o hijos e hijas de la Virgen María. Jesús, en su tiempo, hablaba el idioma arameo (que es como un dialecto del hebreo) y en las lenguas arameas se usaba la misma palabra para expresar los distintos grados de parentesco cercano, como «primo», hermano», «tío», «sobrino», «primo segundo»… Y para indicar estos grados de parentesco, simplemente, usaban la palabra «hermano o hermana.»

Por ejemplo: Abraham llama «hermano» a su sobrino Lot (Gen 13, 8 y Gen 14, 14-16) Labán dice «hermano» a su sobrino Jacob (Gen 29, 15). Es decir, en la Biblia muchas veces no se usan las palabras «tío» o «sobrino», sino que a los que descienden de un mismo abuelo se les llama hermanos.

Ahora bien, para evitar las confusiones, la Biblia usa varios modismos. Por ejemplo: si se trataba de hermanos verdaderos, hijos de una misma madre, se usaba la expresión: «Tu madre y los hijos de tu madre.» Esta era la única manera correcta de expresarse. En Mateo 16, 17 se usa la expresión «Simón, hijo de Jonás» para decir que el papá de Simón es Jonás. En ningún lugar del Evangelio se habla de los hermanos de Jesús en sentido estricto, como «hijos de María». Por tanto en la Biblia no aparece ningún hermano de Jesús según la carne. En el Evangelio de Lucas leemos que Jesús subió a Jerusalén junto con María y José. El niño Jesús tenía ya 12 años. Este relato no menciona ningún hermano de Jesús. Así el texto nos hace entender que Jesús es el hijo único de María. (Lc. 2, 41-52).

Al momento de morir, Jesús confió su madre María al apóstol Juan, precisamente porque María quedaba sola, sin hijos propios y sin esposo. Para los judíos una mujer que se quedaba sola era signo de maldición. Por eso Jesús confía María a Juan y también Juan a María.

«Cuando Jesús vio a su madre, y de pie junto a ella al discípulo a quien él quería mucho, Jesús dijo a su madre: «Madre, ahí tienes a tu hijo. Luego le dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde entonces ese discípulo la recibió en su casa» (Jn. 19, 26-27).

2) ¿Quiénes son «estos hermanos de Jesús»?

La Biblia nombra a cuatro «hermanos» de Jesús (Mat. 13, 55-56).

En Mt. 13, 55-56 encontramos los nombres de cuatro «hermanos» de Jesús: Santiago (o Jacobo), José, Simón y Judas.

De estos cuatro hermanos de Jesús arriba mencionados, dos eran apóstoles: Santiago «el hermano del Señor» (Gál. 1, 19) es el apóstol Santiago «el Menor» (Mc. 15, 40), y Judas, «servidor de Jesucristo y hermano de Santiago».  La madre del apóstol Santiago el Menor se llama María y esta María, madre de Santiago y José, estaban cerca la cruz de Jesús (Mc. 15, 40) y era «hermana de María la Madre de Jesús» (Jn. 19, 25) y tía de Jesús. Es la que el Evangelista llama María de Cleofás (Jn 19, 25) Comparando los textos bíblicos entre sí, está claro que ni Santiago ni los otros tres nombrados «hermanos de Jesús» eran hijos de la Virgen María y José, sino primos hermanos de Jesús.

Hagamos el árbol genealógico de las dos familias:

«Padre» + madre = hijo (José + Virgen María =Jesús)

Alfeo o Cleofás + María de cleofás = hijos: Santiago el menor, José, Simón y Judas.

3) Jesús es el hijo primogénito de María:

Otros dicen que la Biblia nombra a Jesús como el «primogénito» o sea «el primer hijo de María» y eso es señal de que María tuvo más hijos.

El hecho de que Jesús sea «primer hijo» no significa que la Virgen María tuviera más hijos después de Jesús; de ninguna manera quiere decir eso el Evangelio. «Y dio a luz a su primer hijo» (Lc. 2, 7) quiere decir que «antes de nacer Jesús, la Virgen no había tenido otro hijo».

Y esto era muy importante para los judíos, porque siendo Jesús el primogénito, o sea, el primer hijo, quedaba consagrado completamente a Dios. (Ex. 13, 2). Y es que la Ley del Señor mandaba que el primer hijo fuera consagrado u ofrecido totalmente a Dios (Ex. 13, 12 y Ex. 34, 19). Por eso Jesús, por ser el primogénito o primer hijo ya desde su nacimiento quedaba ofrecido y consagrado totalmente al servicio de Dios. Esto, y no otra cosa, es lo que enseña el Evangelio al decir que Jesús fue el «primer hijo» (Primogénito) de la Virgen María. En ningún caso quiere decir el primero entre otros hermanos en la carne.

4) El uso de la palabra «hermano» en el sentido religioso.

Un día preguntó Jesús a sus discípulos: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y mirando a los que estaban en torno a él añadió: Aquí están mi madre y mis hermanos. Porque todo el que hace la voluntad de Dios ese es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mt. 12, 49-50). Jesús precisamente aqui usa la palabra «hermano» no en sentido biológico-carnal, sino en sentido figurado, incluso espiritual.

En el Evangelio de Juan (20, 17), Jesús llama a sus discípulos y apóstoles: «mis hermanos» y en la carta a los Hebreos (2, 11) todos los redimidos por Cristo son «sus hermanos.» Cristo es «el Primogénito de estos hermanos.» (Rom. 8, 29). En este sentido aparece la palabra «hermano» 160 veces en las cartas apostólicas del N. T. Hermanos de Cristo, en este sentido, hoy como ayer, son todos los que creen y aceptan a Jesús. Y en esto los hermanos evangélicos son muy inconsecuentes porque en sus sermones usan a cada rato la expresión «hermanos» en sentido figurado (todo el mundo entiende que no se trata de hermanos carnales) Pero cuando se trata de interpretar esta palabra en el N. T., dicen que hay que entenderla en sentido carnal, de hermanos según la sangre.

La Iglesia Católica ha tenido también la costumbre de llamar a sus fieles «hermanos y hermanas». ¿Significa esto que todos somos hermanos según la carne? De ninguna manera, sino que utilizamos la palabra «hermanos» en sentido figurado. ¿Por qué, entonces, los evangélicos tienen tanto empeño en interpretar la palabra «hermano» sólo en sentido literal para concluir que la Virgen tuvo otros hijos? ¿No hay aquí una mala fe en la interpretación de textos? ¿No será que se utilizan estos textos para confundir a los católicos poco familiarizados con la formación Bíblica?


[1] El término evangélico, se refiere a los evangelios, no a una denominación protestante.

[2] Lucas 1, 28 y 30.

[3] parafraseando en parte a P. Paulo Dierckx, P. Miguel Jordá. Sepa defender su fe.

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